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ocos lo saben, pero una gran parte de mi vida, más de 15 años, la dediqué a la música. Un desafortunado accidente troncó mis sueños y me obligó a re-orientar mi carrera profesional hacia el mundo de la empresa. Lo que recuerdo de mi época como músico, es una disciplina férrea, la necesidad de gestionar el tiempo, horas y horas de ensayos, un esfuerzo draconiano para mejorar la técnica, pero también recuerdo la sensación de disfrute permanente, satisfacción, compromiso, bienestar, tranquilidad, emoción al tocar, alegría y necesidad de compartir esta sensación con el público y con los compañeros. Recuerdo que cualquier sitio era bueno para seguir tocando, el aula, el teatro, el bar del conservatorio o cualquier plaza de Viena o Berlín.
La música era mi trabajo, mi pasión y mi manera de vivir, todo lo que Mihály Csikszentmihalyi, profesor de Psicología de la Universidad Claremont (California) denomina como “flow” o en castellano la “sensación de fluir”.
Según Csikszentmihalyi, el “flow” hace referencia al estado de inmersión completa y motivación intrínseca en la actividad realizada. “Flow” es el hecho de sentirse completamente comprometido con la actividad por sí misma, donde el ego desaparece, el tiempo vuela, donde no hay miedo al fracaso pero un continuo aprendizaje y mejora, donde toda acción o pensamiento surgen inevitablemente de la acción y del pensamiento previos encadenándose en una “suite” perfecta. Cuando experimentamos el “flow”, todo nuestro ser está allí, y estamos aplicando nuestras facultades, competencias, imaginación al máximo.
Dicen “haz de tu pasión tu trabajo y no trabajaras ni un sólo día”, sentir esta pasión, es el “flow”.
Estoy segura que, en algún momento, muchos habéis experimentado el estado de “flow”, pero ¿en qué grado está extendida esta sensación en nuestro día día en el trabajo, en nuestras oficinas, con nuestros equipos? ¿Qué factores deberían de cumplirse para experimentarlo? ¿Hay culturas organizativas que promueven o limitan el “flow” de sus empleados?
Las investigaciones realizados por el equipo del profesor Csikszentmihalyi apuntan a varios factores indispensables para vivir el “ flow”, el primero y creo el más importante, es la ausencia de miedo (1).
El miedo puede frenarnos profesionalmente: miedo al fracaso, miedo al rechazo, miedo al salirse de lo “habitual”, miedo a lo desconocido, miedo al castigo (despido)….El miedo nos impide disfrutar de nuestra actividad y en consecuencia frena nuestro progreso.
Otro de los factores indispensables para alcanzar el “flow” es tener objetivos claros (2). En música las partituras están claras, todo está claro, la función de cada miembro del equipo, las responsabilidades, el protagonismo de cada uno en todo momento. Tener objetivos claros nos ayuda centrarnos en la tarea, no distraernos, no perder el foco y desgraciadamente en el mundo empresarial, muy a menudo, nuestros equipos no tienen claro ni los objetivos, ni la estrategia, ni hacía donde va la empresa…
El tercer factor tiene que ver con el equilibrio entre el reto y las competencias (3). Siguiendo con el símil de la música, el reto de tocar una obra está supeditado a las competencias técnicas y a la madurez interpretativa de cada uno. El reto tiene que ser alcanzable, tiene que ser real.
El último factor, tiene que ver con el feedback (4), con la cultura de feedback. Todos necesitamos saber cómo se percibe nuestro trabajo, cómo se valora nuestros esfuerzos. Sin un feedback constructivo y sin introspección, es difícil progresar.
Las investigaciones realizadas, han puesto de manifiesto la relación positiva entre el “flow” y nuestro desempeño. Dicho esto, el objetivo de cada profesional y de cada directivo debería ser conseguir esta sensación de fluir, quitándonos miedos, dedicándonos con pasión y compromiso a nuestro trabajo, buscando la mejora continua con el mero hecho de disfrutar de lo que hacemos, de estar siempre en el estado de fluir.
Por último, me siento privilegiada de poder disfrutar de lo que hago y sobre todo de tener al lado a unos cuantos compañeros que como yo, se dedican con “cuerpo y alma” a lo que más nos apasiona: nuestro trabajo.
¿Y vosotros, sentís el “flow” en vuestras organizaciones, con vuestros equipos?
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