El lado oscuro del “liderazgo” y su impacto en la cultura y valores corporativos

2021-08-08T11:02:26+00:00August 8th, 2021|Articles, Desarrollo Organizacional, Human Resources, Liderazgo|

Recientemente me quedé enganchada a la serie “The Morning Show”. Una serie, que desde el punto de vista de la cultura organizativa, me hizo pensar mucho. Una cultura organizativa donde el mero hecho de “ser la gallina de huevos de oro” se vuelve permisiva silenciando o tapando los abusos, comportamientos poco éticos corrompiendo los valores organizativos y creando una cultura basada en miedos y desprecio.

En cualquier organización los conflictos, odios, situaciones límites, ambiciones ciegan la razón y legalizan lo perverso. Comportamientos inexcusables que demasiado a menudo se permite o incluso tapa, por el mero hecho de que las personas que acusan este tipo de comportamientos, son los altos “performers”, como el personaje de Mitch. Pero ¿cuántos Mitch conocemos quienes, de una o de otra forma, abusan de los pares, compañeros o miembros del equipo corrompiendo la cultura organizativa?

Charles A. O’Reilly, Nicholas Hall de Stanford University, de forma magistral analizan este tipo de patrones comportamentales en las personas que puedan considerarse exitosas o quienes ocupan altos cargos directivos y, su impacto en la cultura organizativa. 

Los dos investigadores definen, en forma de patrones comportamentales, lo que podría considerarse como los  “facilitadores” del éxito (orientación al riesgo, alta extroversión/factores relacionales, toma de decisiones, arrogancia, sentimiento de superioridad, impulsividad, etc…) centrándose en la parte más “oscura” de estos patrones: en las personalidades narcisistas y su impacto a corto y largo plazo en la cultura organizativa y, más precisamente, en las dimensiones que tienen que ver con la colaboración y la integridad.

Los investigadores hacen referencia, entre otras, a la figura de Donald Trump y su gestión de la crisis sanitaria por COVID 19. La profunda necesidad de Trump de elogios personales, la propensión a culpar a los demás, la necesidad de mostrarse superior a otros, el desprecio por la experiencia, la inclinación por reescribir la historia, la falta de empatía han sido la base del problema. El problema no era la falta de información sino el exceso de confianza de Trump en sus propias habilidades, su falta de voluntad para escuchar a expertos y sobre todo su extremadamente impulsiva toma de decisiones. 

La cultura organizativa es el reflejo colectivo de lo que representan sus líderes y se sustenta en tres pilares perfectamente equilibrados entre ellos. 

El primer pilar tiene que ver con las ambiciones y las motivaciones tanto a nivel colectivo como empresa y también como individuos. ¿Dónde queremos ir como empresa? ¿Cuál es nuestra visión?  ¿Qué ambiciones y sueños profesionales tenemos como individuos?

El segundo tiene que ver con la experiencia y las competencias. ¿Qué know-how colectivo tenemos? ¿Qué Talento tenemos? ¿Cuál es nuestra ventaja competitiva como organización y a nivel individual? 

El tercer pilar se refiere a la integridad, la ética y los valores. ¿Qué valores tenemos como empresa? ¿Somos íntegros? ¿Somos lo que decimos ser?

¿Qué pasaría si un líder con ambiciones, motivaciones, competencias y experiencia carezca de la integridad y ética? Probablemente sería un líder destructivo que sólo busca el poder y se sirve del puesto más que servir al puesto, que se sirve de personas más que servir a las personas. 

Este tipo de líderes vive por y para el conflicto, no tiene planes de futuro (probablemente su reputación está severamente dañada dentro y fuera de la organización) y sobrevive y funciona únicamente en las situaciones de crisis. Importante, este tipo de perfiles no tiene género.

Los personajes como Mitch, Trump o muchos otros…. acusan una necesidad imperiosa de autoafimración, baja autoestima y complejos de todo tipo, una mezcla peligrosa para cualquier cultura organizativa que cuenta con este tipo de perfiles en su equipo directivo. Lo importante es detectarlos y actuar acorde a lo que proclaman los valores organizativos. 

Por supuesto más fácil decirlo que hacerlo, pero si nos atrevemos a hacer frente a este tipo de liderazgo destructivo, si denunciamos este tipo de comportamientos a pesar de los fabulosos resultados, un día conseguiremos que los Mitchs y muchos otros desaparezcan de nuestras vidas consiguiendo seguramente unos resultados infinitamente mejores ya que basados en el know-how colectivo y la colaboración y de paso… un clima laboral inclusivo y basado en confianza.

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